-Y me viene a la mente decir algo que puede ser una insensatez, o quizás una herejía, no sé. Francisco, Jornada Unidad Cristiana. Fénix, 23-V-15
Hæc est hora vestra et potestas tenebrarum (Lc.22:53)

sábado, 26 de julio de 2014

Anatomía de una noticia: III. Análisis

Resulta curioso que tanto Damián Thompson como el reverendo John Zuhlsdorf, que dicen dedicarse a criticar y desenmascarar progresistas, no tengan nada que decir del ascenso al cardenalato de un super-progresista como monseñor Capovilla.

Quizá no hayan querido decir nada por tratarse de una decisión del Santo Padre Francisco que afecta a San Juan XXIII, el Papa Bueno que convocó el Concilio. Ellos, como cualquier neoclerical que se precie, nunca criticarán el Concilio, al Papa que lo convocó, al que lo llevó a cabo, ni a ninguno de los que lo hayan aplicado.

Para ellos, toda autoridad derivada del Concilio Vaticano II es divina en sí misma. Y en su sacralización del iuspositivismo, identifican las órdenes de los superiores con la doctrina, y la obediencia con la verdad. Por eso dicen que quien obedece a sus superiores no se equivoca.

¿Qué es lo que podemos esperar de semejantes bloggers? En el mejor de los casos, omisiones en lo importante y verborragia en lo demás.

¿Qué es lo que omiten? Señalar a los responsables de la situación actual en la Iglesia, especialmente a causa de sus políticas de ordenaciones episcopales y creación de cardenales. Y no los señalarán porque, para ellos, al aceptar el régimen liberal surgido de las reformas conciliares, los papas ya no son legalmente responsables de sus actos.

En su neocatolicismo iuspositivista, actúan como si el Papa fuera un rey constitucional que no fuera legalmente responsable de sus actos. Unos actos que debería realizar por simple imperativo legal, independientemente de sus convicciones personales. Desde su punto de vista puede que, en teoría, el Papa siga siendo el Jefe del Estado Vaticano y la Cabeza de la Iglesia Militante. Pero, en la práctica, ya sólo es una figura pastoral destinada, según su estilo personal, a orientar y representar a unos súbditos sobre los que no reina.

Esos súbditos serían ahora unos ciudadanos sujetos de pleno derecho que se habrían otorgado a sí mismos, a través de sus respectivos obispos encuadrados en las distintas conferencias episcopales, una monarquía constitucional como forma de gobierno. Así, el juicio privativo de cada ciudadano dentro de esta Nueva Monarquía Constitucional sería ejercido a través de sus representantes legales, los obispos reunidos en forma de conferencias episcopales locales[4].

Dentro de este marco constitucional, el Papa estaría sujeto[5] pero también participaría en el juego de políticas partidistas que articularían el régimen de equilibrios de poder en la Curia. Un régimen de equilibrios definido por el control de la Secretaría de Estado sobre una Congregación para la Doctrina de la Fe que ya no está presidida por el Papa. Y, dentro de esta última, por la sumisión de la eclesiología al ecumenismo, la libertad religiosa y el liberalismo[6]. Y por la sumisión de la dogmática a la pastoral[7].

Tal como dijo monseñor Ratzinger, es 1789 en la Iglesia[8]. Y tal como dijo monseñor Suenens[9], es la Revolución de Octubre en la Iglesia. En ese sentido, nada más lógico que crear cardenal a un militante de obediencia férreamente marxista como monseñor Capovilla.

De esta forma de ver la Iglesia se deduce que la única diferencia entre progresistas y neocones o conservadores reside en que los primeros asumen su fe progresista, mientras que los segundos no quieren reconocer que, tras sus críticas y reticencias a aceptar los cambios progresistas, se esconde el acatamiento de esa misma religión progresista que, además, se encargan de cumplir y hacer cumplir. Por eso se suele decir que tanto neocones como conservadores son, en realidad, progresistas de tracto lento.

Ni progresistas, ni neocones o conservadores, creen en la responsabilidad legal del Papa. Creen en su IRResponsabilidad legal. Y en la infalibilidad de las novedades conciliares. Por eso, si el Papa realiza algún acto u omisión percibidos como no favorables al 'espíritu' del régimen constitucional de reformas emanado de la asamblea conciliar, los progresistas podrán criticarle, desobedecerle e ignorarle sin que neocones o conservadores hagan mucho por evitarlo. En el resto de casos, habrá que obedecerle ciegamente. Pero no porque lo haya dicho el Papa y sea impecable, sino porque forma parte de la línea de reformas establecida de una vez y para siempre por el sacrosanto régimen constitucional conciliar, al que ningún Papa tiene derecho a oponerse. Lo único que puede hacer es actuar dentro de sus límites.

Sin embargo, resulta que Cristo es Rey y sólo acepta súbditos.

La Iglesia no es un régimen monárquico constitucional, emanado de la soberanía de una mayoría de ciudadanos que han consensuado otorgarse a sí mismos a través de sus obispos la forma de gobierno de su elección.

La Iglesia es una Cristocracia, la más absoluta de todas las monarquías. Si no fuera así, dejaría de ser la Iglesia de Cristo para pasar a ser la Iglesia del Hombre.

Seguirá...
 

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[4] Como dijo Benedicto XVI en Castelgandolfo el 19 de septiembre de 2009:

Por lo que a mí respecta, siento el deber imperioso de promover esa sinodalidad que es tan grata a la Eclesiología Oriental, y que fue recibida con admiración por el Concilio Vaticano II. Encuentro de cardenales con el Santo Padre

 

[5] a) Respecto a la forma de gobierno del Santo Padre Franciscvs PP I, sólo hay que leer lo que él mismo dice:

Sobre el programa [de gobierno eclesiástico] sigo lo que los cardenales han pedido durante las congregaciones generales antes del cónclave. Voy en esa dirección. El Consejo de los ocho cardenales, un organismo externo, nace de allí... Mis decisiones son el fruto de las reuniones previas al cónclave. No he hecho nada solo por mi cuenta.

Francisco, la fidelidad a un pacto. Entrevista concedida a Franca Giansoldati en la edición de Il Messaggero del 29 de junio 2014.

b) Respecto a la teología que explica esa forma de gobierno, no hay que hacer mucha exégesis. Sólo hay que leer la revista Concilium.

c) Respecto a la realidad que se esconde detrás de esa forma de gobierno, que en el caso de Francisco se conoce como "salir a las periferias existenciales", sólo hay que tener los ojos abiertos, como hace este comentarista anónimo:

El truhán de Francisco ha resultado ser el hombre adecuado para debilitar el Papado hasta el punto de la irrelevancia.

Hace dos años, trabajando para una agencia de noticias rusa, visité Argentina. Recorrí parte de los arrabales periféricos de Buenos Aires para documentar un trabajo sobre los Curas Villeros en los barrios de chabolas de la ciudad. Me sorprendió que la mayoría de ellos vivieran públicamente amancebados. Unos con sus concubinas e hijos, y otros con sus compañeros transexuales u homosexuales. ¡Es algo que todo el mundo sabe!

Hablando con los chabolistas, les pregunté su opinión sobre el asunto. En términos generales, su respuesta fue unánime: -Está bien, no pasa nada; ellos se quieren y no molestan a nadie...

También hablé con grupos de fieles más cultos (y minoritarios) de la Iglesia en Buenos Aires. Aunque irritados por la situación, me dijeron que no podían hacer nada porque eran una pequeña minoria en comparación con el gran número de sacerdotes progresistas. Me dijeron que toda la Curia Diocesana de Buenos Aires, con el entonces Cardenal Bergoglio a la cabeza, estaba perfectamente enterada de la situación moral en la que vivían los Curas Villeros.

Los tradicionalistas argentinos me dijeron que los chabolistas ven al cura como una especia de Hada Madrina. De hecho, dada la ausencia de un estado hipercorrupto, el cura es la única fuente de ayuda para muchos de ellos. Al verlo como una Niñera Bondadosa que les alimenta y cuida, nadie puede o quiere cuestionar su moral y forma de vida. Para los chabolistas, mientras ellos sigan recibiendo cosas gratis, todo lo que el cura haga siempre estará bien.

Se trata de una política asistencial estéril, que no lleva a ninguna parte. Mantiene a los pobres en su pobreza, a los perezosos en su pereza y a los pecadores revolcándose en sus pecados.

Desde su ascenso al Solio Pontificio, Monseñor Bergoglio ha exportado al resto del mundo este mismo sistema pastoral basado en el pauperismo espiritual y podredumbre moral.

Desgraciadamente, como Papa, Francisco va a seguir vomitando las mismas asquerosas estupideces populistas que hasta ahora procedían del antiguo Cardenal-Arzobispo de Buenos Aires: décadas enteras de pastoral ultracorrupta.

 

[6] Por Liberalismo me refiero aquí, de forma genérica, al conjunto de rasgos compartidos por los sistemas políticos que, surgidos de las revoluciones burguesas que se sucedieron desde finales del s. XVIII hasta la Gran Guerra, sustituyeron el orden político establecido por el Ancien Régime. No me refiero ni a las corrientes laborista o demócrata de la tradición política anglosajona, ni a las escuelas de economía política austríaca o de Chicago.

 

[7] Por eso, Monseñor Ratzinger escribe:

¿Debe considerarse la dogmática como hilo conductor de la pastoral o bien, a la inversa, la expresa dedicación a la pastoral implica una nueva orientación también de la dogmática?... la Constitución pastoral [sobre la Iglesia en el mundo actual, Gaudium et spes]... de hecho, es algo así como una suma de antropología cristiana y una exposición de los problemas centrales del ethos cristiano. (pp. 453-455)

Josef Ratzinger: Teoría de los principios teológicos, Barcelona: Herder, 1985, pp. 453-455.

 

[8] Como escribe Monseñor Ratzinger:

La señal que había dado Teilhard de Chardin llegaba más lejos: insertaba, con osada visión, el movimiento espiritual del cristianismo en el gran proceso cósmico de la evolución del Alfa al Omega. Este Proceso Evolutivo se deslizaría desde la noogénesis, desde la conformación de la Conciencia en el acontecer de la Hominización, a modo de construcción de la Noosfera sobre la Biosfera.

Esto significa que la evolución avanza ahora en forma de progreso tecnicocientífico, en el que, como punto final de llegada, la materia y el espíritu, el individuo y la sociedad producirán un todo omnicomprensivo, un mundo divino. La Constitución Conciliar sobre la Iglesia en el mundo actual [Gaudium et Spes] hizo suya aquella señal. La divisa Teilhardiana ser cristiano significa más progreso, más técnica se convirtió en un impulso en el que los padres conciliares de los países ricos y los países pobres confluían en una esperanza concreta que, por lo demás, era más fácil de traducir y de propagar que las complicadas discusiones sobre la colegialidad de los obispos y el primado del papa, sobre la Escritura y la tradición, los sacerdotes y los seglares. (pp. 401-402)

De todos los textos del Concilio Vaticano II, la Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual (Gaudium et spes) fue, sin duda, junto con la Constitución sobre la Sagrada Liturgia y el Decreto sobre el Ecumenismo, el más difícil y también el de mayor éxito. En razón de su forma y de la orientación de sus afirmaciones, es el que más se aleja de la anterior historia de los concilios y permite percibir, por tanto, mejor que todos los restantes textos, la peculiar fisonomía del último Concilio. Así se explica que, también después de finalizada la Gran Asamblea, haya sido considerado como el Auténtico Testamento Conciliar...

Si se desea emitir un diagnóstico global sobre este texto, podría decirse que significa (junto con los textos sobre la Libertad Religiosa y sobre las Religiones Mundiales) una revisión del Syllabus de Pío IX, una especie de anti-Syllabus.

Es bien sabido que Harnak interpretó el Syllabus de Pío IX como una declaración de guerra, pura y simple, a su Siglo. Y debe concederse que es cierto que este documento trazó una línea de separación respecto de las fuerzas que remodelaron el siglo XIX, es decir, respecto de las concepciones científicas y políticas del Liberalismo. (p. 457)

A lo largo de una silenciosa pero dura y obstinada lucha, [gracias a la pastoral conciliadora de Pío XI] la exégesis y la historia de la Iglesia habían ido incorporando cada vez más postulados del impulso científico liberal... Se fueron corrigiendo así, via facti, sobre todo en el espacio centroeuropeo, las posiciones de la Iglesia frente a la Nueva Fase de la Historia abierta por la Revolución Francesa, tal como habían sido fijadas por los pontífices Pío IX y Pío X siguiendo criterios unilaterales condicionados por las situaciones concretas... Contentémonos aquí con la comprobación de que el documento juega el papel de una anti-Syllabus y, en consecuencia, expresa el intento de una reconciliación oficial de la Iglesia con la Nueva Época establecida a partir del año 1789. (p. 458)

Josef Ratzinger: Teoría de los principios teológicos, Barcelona: Herder, 1985, pp. 401-402, 457, 458. Traducción, énfasis y comentarios parentéticos son míos.

Ésta es la Hermenéutica de Continuidad en la Reforma de Benedicto XVI: la que está fundada en el olvido de dos siglos de Magisterio de la Iglesia, desde mediados del s. XVIII hasta mediados del s. XX.

Supongo que no faltará quien afirme que, dado que la obra tiene más de treinta años, es muy posible que su autor haya cambiado de opinión. Y que nunca podremos saber si todavía sigue pensando así.

El 2 de julio de 2012 Benedicto XVI otorgó el título de Arzobispo ad personam, nombró Prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, Presidente de la Pontificia Comisión Bíblica, Presidente de la Comisión Teológica Internacional y Presidente de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei a Monseñor Gerhard Ludwig Müller, Obispo Emérito de Ratisbona, amigo personal, dilecto alumno y editor encargado de la publicación de sus obras completas, a día de hoy todavía en curso de publicación.

Por su parte, el Santo Padre Franciscvs PP I no sólo ha confirmado a Monseñor Gerhard Ludwig Müller en todos y cada uno de sus cargos sino que, además, le ha nombrado Cardenal.

La reedición voluntariamente planificada y actualmente en curso de la obra de Monseñor Ratzinger es justo lo contrario de una retractación.

 

[9] Así, según Monseñor Lefebvre, Monseñor Suenens habría dicho que:

El Concilio Vaticano II es el 1789 en la Iglesia... Nada puede comprenderse de la Revolución Francesa, o de la Revolución Rusa si se ignora el Antiguo Régimen a que ellas pusieron fin... De la misma manera, en materia eclesiástica una reacción sólo se juzga en función del estado de cosas que la precedió.

Y el reverendo padre Yves Congar habría dicho que:

La Iglesia hizo pacíficamente su Revolución de Octubre... La Declaración sobre la Libertad Religiosa dice materialmente lo contrario del Sílabo.

Cfr. Monseñor Marcel Lefebvre: Carta abierta a los católicos perpelejos, 1985, p. 64

El reverendo padre Yves Congar falleció en 1995. El Cardenal Josef Suenens falleció en 1996. Ninguno de los dos desmintió lo publicado por Monseñor Lefebvre en 1985.


 

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